Hoy volvemos al Baúl de PreClic para hablar de una pesadilla casi halloweenesca: ¿la ciencia es de fiar? ¿Es perenne?
En estos tiempos que nos ha tocado vivir ha cobrado especial relevancia para la sociedad la ciencia (de la salud), los experimentos y sus resultados. Ahora estamos expuestos a diario a una gran cantidad de información científico-técnica que no siempre sabemos interpretar o juzgar.
Para añadir más dificultad, además, estamos siendo testigos
en primera fila de la contradicción en los resultados de diferentes papers.
Mientras unos aportan conclusiones a favor, en otros encontramos resultados
diametralmente opuestos. Muchas veces nos ocurre en nuestras preguntas en las que acabamos concluyendo que no hay evidencia disponible suficiente.
La pregunta razonable en este punto podría ser si confiar en el método científico para contestar a nuestras preguntas tiene sentido. La respuesta breve sería un sí rotundo. Pero si contestáramos de esa manera, estaríamos siendo profundamente anticientíficos. Esto merece una explicación.
En ciencia, “hecho” solo puede significar “confirmado hasta tal punto que mantener reservas sería una perversión”. Yo puedo suponer que mañana las manzanas podrían comenzar a elevarse, pero esa posibilidad no merece igual tiempo en las clases de física (Stephen Jay Gould).
En otras palabras, lo que quiso decir este biólogo y paleontólogo estadounidense es que en ciencia no existen verdades absolutas. La ciencia trata de reducir la incertidumbre. De minimizar la duda hasta donde sea razonable y ya nos permita tomar una decisión consecuente.
Bien, pues si la ciencia se equivoca, porque se puede contradecir, y además nunca da una respuesta definitiva, mi pregunta razonable sigue sin estar totalmente contestada. Sigamos entonces.
Los mecanismos de corrección de la ciencia y sus resultados se ponen en marcha tan pronto un trabajo es enviado para publicar. La revisión por pares (peer review) es el primer filtro para evitar que resultados y conclusiones erróneas lleguen a verse en “negro sobre blanco”. Pero si esto no fuera suficiente, y a menudo no lo es, cuando el manuscrito es publicado queda a la vista de toda la comunidad científica. Es a partir de ahí cuando es leído, criticado e, incluso, sus autores interpelados para que defiendan sus resultados y conclusiones.
Es común (especialmente en textos sobre temas relevantes) encontrar cartas al editor donde se critica, de manera argumentada, los resultados o conclusiones de un artículo publicado en esa revista. Este proceso de discusión puede continuar con la defensa por parte de los autores del texto en cuestión. También, por supuesto, con la crítica de otros científicos que pueden argumentar tanto a favor como en contra de los resultados.
El sistema puede llegar a ser tan efectivo para el autocontrol de los resultados científicos (aunque no es rápido) que multitud de artículos acaban siendo retractados. Es decir, se retira el apoyo al resultado del artículo por parte de los autores o, incluso, por parte de la revista que lo acogía. En este sentido, el sitio web www.retractionwatch.com ofrece infinidad de ejemplos e información adicional sobre las circunstancias de cada retracción.
Y ahora, permítenos hacerte una pregunta a ti ¿qué puedes hacer para mejorar tu competencia en la lectura de artículos científicos y “evitar que te la cuelen”?
Si quieres ver un poco más de lectura crítica no te pierdas los vídeos que tenemos subidos a nuestro canal de YouTube y que puedes conocer en nuestro blog.
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